top of page

TESTIMONIOS

LOS GITANOS

Mantas, comidas y medicinas repartía también entre los gitanillos que llegaban en carros y acampaban por los alrededores del sanatorio. Buscaban a la “monja buena” y María Teresa siempre bajaba para atenderles.

EL BARRIO DEL TOLEDILLO

“Al pie de su casa estaba el barrio pobre del Toledillo y por la tienda de su padre pasaban a diario gente necesitada, gitanos y niños harapientos que buscaban algo que comer. Como sabían que Paquita era buena y caritativa, iban a ella y le pedían de todo.

No es extraño, pues, que la vieran siempre “acompañada de pobres y gitanillos” y que, a pesar de ser tan pequeña, ya la llamaran entonces “madre de los pobres”.

“Me traía a casa todos los niños pobres y gitanillos del pueblo, llenos de piojos. Ponía un barreño grande con agua en el patio y los bañaba; les quitaba los piojos, los dejaba bien limpios y los llevaba otra vez a sus casas. También les cortaba el pelo después de bien limpios y bañados. Hizo muchas obras de caridad.”

EPIDEMIA DE VIRUELA

Hubo una vez epidemia de viruela en Quintanar … Los guardias vigilaban las calles, sin permitir que se acercara la gente, y menos aún los niños. Paquita tenía una amiga entre los enfermos, y no podía pasarse sin ir a verla. Por la noche, cuando todo estaba en silencio, salía de casa sin hacer ruido, iba al hospital y se pasaba las horas atendiendo a su amiga.

 

EL PASTOR RAFAEL

Durante algún tiempo estuvo en el Sanatorio un pastor llamado Rafael que no tenía nadie que le cuidara, Sor Teresa le cuidó y le buscó un traje para que se pusiera los domingos. Al no aparecer el primer día en misa, fue a buscarlo y vio que no podía dar un paso de lo grande que le estaba el traje chaqueta. Ella al verlo se reía sin parar, se lo colocó un poco y bajó a la Capilla, luego hizo que le recortaran un poco el traje.

 

EL LEPROSO

Había un leproso de un pueblo cercano que, envuelto en una manta, andaba a escondidas alrededor del sanatorio recogiendo lo que sobraba de las comidas. María Teresa se dio cuenta y cuando nadie la veía bajaba corriendo por la escalera y le daba de comer. Si alguien, estando ella de guardia, llamaba a la puerta a altas horas de la noche, no se andaba con miedos ni reparos, lo metía dentro y le daba de cenar y aunque estuviera prohibido le acomodaba en cualquier rincón de la casa.

Ecos de la vida de Maria Teresa, que nos narran las hermanas y personas que la conocieron.

Venerable MARÍA TERESA GONZÁLEZ JUSTO

bottom of page